¿Pantalla o papel? Confesiones de una lectora incansable
Mis razones para amar el Kindle… sin dejar de rendir homenaje al libro impreso.
Ayer abrió oficialmente sus puertas Ojos de Papel, mi club de lectura, y no puedo estar más emocionada. Ya contamos con sitio web (www.ojosdepapel.com.mx) y redes sociales (Instagram, TikTok y Facebook). Hoy quiero abordar un tema que siempre genera debate entre lectores: ¿libro electrónico o en papel?
Mi intención es aportar ideas valiosas a partir de mis propios hábitos, porque creo que cuando uno conoce lo que le funciona, la lectura se vuelve mucho más placentera. Y si se trata de un buen libro, ¡más razones para descubrir qué formato disfrutarás más!
Desde hace algunos años prefiero leer en formato electrónico, y tengo mis motivos. Un libro impreso requiere ciertos cuidados: un café derramado puede ser una tragedia; guardarlo en la bolsa o en la maleta durante un viaje suele dejarlo maltratado. En cambio, la pantalla del Kindle es amable con la vista, su textura y forma resultan cómodas, y la luz regulable permite leer en la oscuridad sin molestar a quien está a tu lado, ya sea en casa o viajando en avión o tren.
Los libros electrónicos suelen ser más accesibles en precio; hoy en día, los ejemplares impresos son considerablemente más caros. Además, puedo leer sin esfuerzo físico un libro de 600 páginas en el Kindle y llevarlo conmigo a cualquier parte, algo ideal para quienes no salimos de casa sin uno, dos o incluso tres libros en curso.
Otra ventaja del Kindle es la inmediatez. Si quieres un libro o lo necesitas, basta con buscarlo y en segundos puedes descargarlo. Incluso puedes obtener una muestra gratuita para leer un fragmento antes de decidir si vale la pena comprarlo, evitando gastar a ciegas. En cambio, con el libro físico a veces hay que esperar a tener un día libre para ir a la librería, y puede suceder que esté agotado. Y pocas frustraciones son tan grandes para un lector como no poder tener en sus manos el libro que desea.
En mi caso, leo más rápido en el Kindle que en papel, porque soy muy metódica. En formato físico me gusta subrayar con regla y siempre con el mismo portaminas, lo que implica estar sentada, con buena luz, y cuidar la limpieza y el orden. Con el Kindle puedo leer en cualquier posición: acostada en el piso, en una banca del parque, de pie en el transporte público, estirando las piernas tras un día agotador o incluso bajo las sábanas de madrugada, sin necesidad de encender la luz.
Otra ventaja es que en Kindle puedo subrayar, tomar notas, guardarlas y consultarlas cuando quiera. Si no tienes el dispositivo, la aplicación gratuita permite hacer lo mismo en celular, computadora o tableta, incluso con subrayados de distintos colores.
Algo que me encanta: suelo buscar significados de palabras y, en Kindle, basta con mantener el dedo sobre la palabra para que aparezca su definición según la RAE o el diccionario que elijas, su traducción a cualquier idioma e incluso lo que dice Wikipedia. Todo sin interrumpir demasiado la lectura.
Ahora bien, sería injusto no reconocer las virtudes del libro físico. Sostener un ejemplar, pasar sus páginas, sentir el olor del papel y apreciar el diseño de la portada es un placer sensorial que ningún dispositivo iguala. El libro impreso es, para muchos, un objeto de colección, un compañero que envejece con nosotros y guarda las huellas de nuestras lecturas: dobleces, notas al margen, manchas de café que cuentan su propia historia.
En definitiva, cada formato tiene su magia. El libro electrónico ofrece practicidad, portabilidad y herramientas útiles; el libro en papel brinda una experiencia tangible, íntima y nostálgica. Lo importante es encontrar el equilibrio y, sobre todo, seguir leyendo, sea en la pantalla o entre las páginas.